miércoles, 21 de enero de 2015

Mis pendientes y yo

Me encantan los pendientes. De toda la vida. Desde muy pequeña. Pero no me hicieron agujeros en las orejas. Así que veía esas niñas con esos pendientes tan bonitos y me moría de envidia, de la gorda. 

Después, en mi época adolescente me ponía de esos pendientes de pinzas con perlas, que todavía conservo, y me sentía la adolescente más feliz del mundo mundial. Pero claro, las otras adolescentes de orejas agujereadas con esos pendientes tan bonitos me daban también envidia, de la gorda. 

Y, claro, ¿por qué no me hacía agujeros? Pues porque me daba un poco de miedo. Y cuando eres menor te tienen que dar permiso para esas cosas. Al menos, antes. 

Así que pasaron los años, y tenía una gran variedad de pendientes de pinzas que, por cierto, cada vez me parecían más feos. E iba a las tiendas y había millones para las orejas agujeredas y sólo unas decenas para las pinzadas, como yo. Y me seguía muriendo de envidia, de la gorda.

Y un día, cuando tenía unos veinte añitos me cansé, y le dije a mi madre: Mamá, vamos a la farmacia que me quiero hacer agujeros. Y allá que fuimos. Y me agujerearon las orejas, un agujerillo en cada, y me pusieron unos pendientes dorados de esos antialérgicos que tenía que llevar un mes, o algo así, ya no me acuerdo. Y yo ya tenía preparados mis primeros pendientes "de verdad", esperando a que se pasara ese período en que las heridas cicatrizaran y no se infectaran.

Y al fin llegó el día. Y me puse mis primeros pendientes "de verdad". Unos pendientes plateados con piedras negras, largos. ¡Qué bonitos eran! Y qué bien me quedaban, o eso me  parecía a mí. 

Desde entonces, he ido comprando muchos pendientes, muchos. También me han regalado muchos. Tengo pendientes de diferentes países (mi hermana es mi principal suministradora) y continentes. A lo largo de los años, algunos se me han roto, pero la mayoría están intactos. 

No me gusta el oro. Lo admito. Soy más de plata. O de oro blanco (ese sí). Y de pendientes barateros, de esos de mercadillos y demás. De muchos colores. Más serios. De vestir. De cada día. Incluso tengo para ir a la playa. ¿Y quién va con pendientes a la playa? Pues mi madre y yo, que para eso soy su hija. En fin, que soy una fanática y no me canso de comprar pendientes (la mayoría barateros, que así puedo tener más).

¿Y a qué viene este homenaje a mis pendientes? Pues nada, que hoy se me ha olvidado ponérmelos. Y cuando iba en el coche me he dado cuenta. Y he pensado, ¡noooooooooooo! Y luego me ha pasado por la cabeza, ¿no llevaré algunos olvidados en el bolso que, aunque no peguen nada, me los pienso poner? Pues no. Y ha sido como una hecatombe. Y ya he llegado al trabajo de otra manera porque me sentía como desnuda.

Y es que, no sé vivir sin pendientes. Y eso que cuando los llevo ni me doy cuenta e, incluso, me dicen ¡qué bonitos pendientes, aras! Y me tengo que tocar los pendientes porque no me acuerdo cuáles me he puesto.

Pero si no llevo, ¡ay si no me los pongo!. Toda la mañana tocándome las orejas, y pensando, ¡Menos mal que hoy salgo a las 15 h y luego me voy a casa! Y allí tengo pendientes. Muchos. Y me podré poner unos, y ya no sentirme en pelotillas. 

Cada cual con sus manías, oiga. 

Ah, y para mis cuarenta ya me he hecho mi auto-regalo: Unos pendientes preciosisísimos de plata y algo de oro blanco, cuyo precio va en función del peso que tengan. ¿Cómo te quedas? Pues como me quedé yo cuando pregunté el precio. Que nunca me había comprado pendientes al peso. Y es que para los 40 quería un auto-regalo especial. Y tan especial. ¿Cuándo los estrenaré? Pues el día de mi cumple, ¡cómo no!

Y ya. 

Bueno, os dejo la foto de mi auto-regalo, por si alguien todavía no los ha visto.

5 comentarios:

  1. Soy más de anillos que de pendientes, pero si se me olvida un anillo no pasa nada. Si no llevo pendientes no me veo bien, me falta algo.

    Tengo la mala (o buena) suerte de ser alérgica a todo menos al oro, así que tengo poco, pero más o menos bueno. Este año me he hecho el propósito absurdo de usarlos todos así que los domingos me los cambio. Llevo siempre pequeños y con casi todos puedo dormir.

    Tus pendientes de cumpleaños son ideales.

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    1. A mí lo único que me falta es dormir con ellos, jajajaja. Pero como siempre son largos, pues me los quito, no sea cosa que me los clave.
      Eso de las alergias es un rollo. Cuando me hice los agujeros, después pensé, ¿y si soy alérgica? Pero no.

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  2. Creo que hacerme mis tres agujeros en las orejas fue lo más maravilloso que hice al llegar a la mayoría de edad. Que sepas que si alguna vez tienes una hija, te obligaré a hacerle los agujeros siendo bebé.
    Me gustan todos tus pendientes. Y estos nuevos aún más. Aunque me flipa lo de comprarlos a peso. Qué guay eres.

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    1. Hombre, no hace falta que me obligues, ya se los haría yo... Bueno, yo no directamente jajaajaja... Ya verás, seguro que no le gustarían los pendientes jajajaja.
      Es que son muy guays... Y hay muchos que me has traído tú jejejeje. Sí, a mí también me flipó comprar unos pendientes a peso.

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