jueves, 27 de febrero de 2014

De radares y eso

Hay páginas en internet que te dicen dónde están situados algunos de los radares móviles de la DGT. Y, ¿qué es lo que no hay por internet? Pues eso, que te dicen si hay un coche camuflado en tal sitio, o es de tal color, o lo que sea. Y la gente lo sabe, y va con cuidado... En ese trozo, al menos.

Ayer estuve mirando una de estas páginas, y vi que habían publicado una foto en la cual salía un coche al que le habían pegado por detrás en una rotonda de Ciutat. Ese coche siniestrado era un radar. Vi que había un montón de comentarios sobre la foto y me llamó la atención. Así que me puse a leerlos para ver lo que opinaba la gente. 

Mi sorpresa fue que había unos cuantos comentarios que, directamente, insultaban a esas personas, bueno, y al Cuerpo. Que si ya te podían haber pegado por delante (de estos había muchos), que si ¡Qué bien que te han dado por culo! (también había bastantes de estos), que si "Sois unos hijos de p...", que si "Ya os podía haber pasado algo, hijos de p..." (porque el golpe no era fuerte)... En fin, unos más subiditos de tono que otros. Incluso, había un comentario de el/la moderador/a de la página diciendo que no se podía hacer comentarios insultando, y que no le quedaría otro remedio que eliminar unos cuantos si la gente no moderaba esos comentarios.

Todo esto me hizo pensar un poco... 

Esta semana en el pueblo tenemos un radar móvil. Nos toca una semanita cada mes o mes y medio. Cada día va cambiando de lugar dentro del pueblo, y yo me lo he encontrado toda la semana cuando me iba al trabajo (sobre las 7 y algo) en la misma zona, pero en diferentes puntos. La hora es perfecta porque hay mucha gente que se va a Ciutat a trabajar, por lo tanto, es una hora punta. Y es una putada. Pero, ¿por qué? Porque no respetamos las reglas del juego. A los Made in Spain nos gusta saltarnos todas las reglas. Somos más chulos que la una. Reglas a mí. ¿Qué es eso? 

Tenemos la santa costumbre de que cada vez que se crea una prohibición o una limitación estudiamos cómo nos la vamos a saltar. Y me pregunto, ¿no sería más fácil seguirlas? Es decir, ¿por qué si pone máximo 50, tengo que ir a 80? ¿por qué si pone una señal enorme de prohibido girar a la izquierda, voy, y giro en ese sentido? ¿Por qué si están haciendo obras en la autopista y hay líneas continuas, nos las tenemos que saltar? Semos asín.

Y claro, luego vienen los señores del radar (que no discuto que haya veces que se ponen en zonas chungas, chungas, con limitaciones de velocidad absurdas) y nos cagamos en toda su familia y en la de sus antepasados. Pero, al fin y al cabo, están haciendo su trabajo. ¿Que nos toca las narices? Sí. Pero es su trabajo. Y desearles despectivamente que tengan un accidente o que les pase algo chungo, no me parece correcto.

Si nos gusta vivir al límite, es nuestro problema. Pero tampoco es cuestión de insultar a los demás. O eso creo yo. 

martes, 25 de febrero de 2014

Jornadas gastronómicas. Día 3.

Hoy toca otra sesión de las llamadas Jornadas Gastronómicas. La verdad es que casi han pasado dos meses desde que se hicieron y sí, lo admito, me he retrasado en escribirlo. De hecho ya hemos hecho la siguiente sesión de Jornadas, así que no me enredo más.

Esta vez me tocó elegir a mí el lugar de la degustación y, como soy así, elegí un sitio que está cruzando la calle. ¿Por qué? Porque hacen un plato del cual hace tiempo que hacía propaganda, caragols fregits (caracoles fritos). Y, además, porque está muy cerca de casa jijijiji. Así que fuimos aquí.

Evidentemente, comimos caragols fregits, pero también otras cosas. Y es que si vas de menú sale muy bien de precio. El menú está compuesto por entrante, plato principal, postre y bebida (vino, agua, refrescos). Hay diferentes menús, y el plato principal es el que determina el precio del mismo (estamos hablando de precios entre 16 y unos 30 euritos). Así que, cada uno, se puede gastar lo que quiera. Evidentemente, todos pedimos menú.

El plato estrella estuvo muy bueno. Aquí os dejo una foto de los famosos caracoles, siempre acompañados de un buen allioli.


Y doy fe de que estaba muy pero que muy buenos. También hubo otras cosas, aparte de los susodichos:

- Alcachofas torradas. Que, aunque no sea plato típico, están muy ricas.


- Sopes mallorquines. Las sopas mallorquinas no tienen caldo. No señor. Son secas. Y están de miedo. Llevan mucha verdurita, pan (cortado muy fino y siempre tiene que ser pan de pagés, moreno), algo de carne o panceta o similar. Y eso sí, se tienen que hacer en una cazuela de barro. Es uno de mis platos favoritísimos, sobre todo, las que hace mi padre, tengo que decirlo. 


- Carpaccio de ventresca (de cerdo). Parecía que no, pero está rico. Aunque demasiada grasa para mí. Pero como experimento está muy bien. Venía acompañado de alcachofas (ñam, ñam).



- Frito mallorquín. Hay de un par de tipos, de matances, de sangre, de marisco... El frito se hace con carne/hígado/ marisco, patatas... Todo acompañado con hinojo y pimienta y hecho, eso sí, en cazuela de barro. 

El día de las jornadas, probamos dos fritos. Muy ricos los dos.

... El de matances (con hígado, carne,...)


... Y el de marisco (con mejillones, sepia/calamar, ...)


Es uno de los platos típicos de la gastronomía isleña. No hay que perdérselo.

- Huevos fritos con patatas. Bueno, vale, no es típico de aquí. No es un plato originario isleño. Pero, unos buenos huevos fritos con patatas (no congeladas, claro) tienen su punto. No me diréis que no.


Y luego los postres, que también entraban con el menú. No pondré nada que destacar, no porque estuvieran malos, sino porque no eran típicos de aquí, claro (tiramisú, tartas, ...). Y entre plato y plato, risas, historias de amor y el vinillo del menú, del pueblo, claro. Que cine no tendremos, pero vino, eso sí. 

La verdad es que estaba muy bueno este vino. Al menos, un vino de la tierra para acompañar tan buena comida.


Y como mi casa estaba al lado (cagondena!) pues nos fuimos a tomar allí el café, infusiones y demás, a descansar de la opípara comida y a elegir a la persona que elegiría la siguiente jornada. Y esta vez se eligió por sorteo.


Lo mejor, los caracoles fritos. Plato estrella y diferente a otros sitios. Sólo por eso, ya se merece un 7. Repetir, repito, lo tengo delante de casa y me gusta, así que no soy muy objetiva con esta jornada jajaja. Pero bueno, sí, es un sitio para ir. Aquí os dejo una foto desde nuestra mesa.



Y la siguiente jornada, pues ya la hemos celebrado, pero os lo contaré en unos días. Para no aburriros. En Enero, nos la saltamos... Las postfiestasnavideñas, el viaje a Barcelona, Sant Antoni, Sant Sebastià, mi cumple (claro), ... Demasiadas cosas para un solo mes. Así que la dejamos para este mes de febrero. Continuará...

Bon profit!

domingo, 23 de febrero de 2014

El mar

En días como hoy es un privilegio poder estar junto al mar...


Poder desayunar con un libro junto al mar...


Poder oler el mar, sentirlo, disfrutarlo, y sentir la paz que emite.

En días como hoy, vivir en una isla mediterránea es un lujo y un placer más que nunca.

Y en días como hoy, te vienen a la mente canciones como esta de Manel, Al mar.


Així doncs si un dia vens i passes per aquí, 

I si malgrat la feina trobem un matí, 
No em perdonaria mai, no podria assumir, 
No agafar-te amb la moto i que no fessim camí, 
Molt lluny d'aquí, a l'altra banda del món, 
Hi ha un xiringuito amb quatre pins al fons, 
Tu i jo asseguts a la barra d'un bar, 
Sona bona música i som davant del mar.

martes, 18 de febrero de 2014

Va de libros

Bueno, como hace casi un mes que no escribo, más o menos, pues ya va siendo hora de dejar la pereza y la desisnpiración de lado y ponerse al ajo, así que voy a escribir dos posts en uno y así os aburro un poco menos y, es que hoy, va de libros.

El primero de ellos es "La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey" de Mary Ann Shaffer y Annie Burrows. La verdad es que me pareció muy interesante la historia cuando leí el resumen. Y, como siempre, me llamó la atención la portada del libro. Un sobre. Cartas. Paquetes. Me recuerda a mis épocas jóvenes cuando escribía cartas y casi no había ordenadores y, mucho menos, internet. 

En fin, que lo tenía en la estantería y me decidí a leerlo. Y no me ha decepcionada, nada pero nada de nada. Que yo recuerde, es la primera vez que leo un libro epistolar. Si he de ser sincera, me daba un poco de miedo. Carta va, carta viene. Pero cuando empiezas, no puedes parar. Te engancha, es fácil de leer, emociona, divierte... Es realmente fantástico. 

Tiene lugar en el año 1946. Y a través de la historia de sus diferentes personajes, te adentras en sus vidas, en la dura Guerra y en conocer unas islas, las del Canal de la Mancha, que realmente no les había prestado nunca demasiada atención. 

La isla de Guernsey fue ocupada por los alemanes durante la II Guerra Mundial. Sus habitantes quedaron totalmente aislados. Y en esas duras condiciones, y entre personas de clase media-baja surgió esta sociedad literaria, en la que se aprovechaba para hacer cenas un poco más decentes y hablar de libros. 

Son historias sencillas, cotidianas, algunas tristes. Historias que te llegan. Todas ellas contadas a una escritora, Juliet Ashton, a través de las cartas de diferentes habitantes. Cada una con un estilo personal, propio y claramente diferenciable, cosa que hace al libro más entretenido, si se puede.  

Vamos, que me ha gustado mucho, pero mucho. Muy pero que muy recomendable. 

El segundo es "Una cita con mi vida" de Cecelia Ahern. Ya es la tercera novela que leo de esta autora irlandesa, y cada una de ellas me ha gustado mucho. Me gusta cómo escribe, lo amenas que son las novelas, lo fácil que se leen y las historias que cuenta. Es una de las autoras del chicklit que más me gustan. 

Este libro tiene un argumento curioso. La protagonista, Lucy Silchester, es citada por su vida. Sí, así es. Su vida. Al principio parece un poco raro, pero luego lo aceptas como algo normal. 

Lucy tiene una vida ordenada y monótona, que ella misma ha creado tras una ruptura sentimental. Ha construido una vida en la que no cabe nadie más, ni su familia, ni sus amigos y, mucho menos, nuevas relaciones. Ella está cómoda con esa vida. Tiene un trabajo que no le apasiona, un apartamento tamaño caja de cerillas que le encanta y al que no deja entrar a nadie. No tiene metas, ni objetivos, ni pasiones. Y claro, su vida, acaba citándola para intentar que cambie, que vea los cosas de otra forma y que, definitivamente, sea feliz. 

Como Cecelia me gusta, os la recomiendo. Pero entiendo que no a todo el mundo le guste el chicklit y las historias un poco ñoñas, aunque bien contadas.

La que tengo pendiente de Cecelia es PD Te quiero. He visto la peli, pero no me he leído el libro. Y, sinceramente, la peli me encanta, no, lo siguiente... No sé si será por la historia, por la música, por Irlanda... ¡¡¡¡O por Gerald Butler!!!!.