martes, 3 de diciembre de 2013

Mi güelito

Un güelito es como un abuelo pero en asturianu. Son igual que el resto, pero hablan un poco diferente, con ese acento tan característico y tan del Principado. Yo tuve uno de esos. Y este post se lo dedico. 

¿Por qué? Pues porque por esta época siempre lo echo un poquitín de menos. Porque se fue un otoño de hace ya 27 añazos... Casi ná... Y todavía lo añoro. Pero bueno, no hay que ponerse triste... Es un homenaje a una de las personas que más he querido y por la cual sentía una gran devoción.

Mi güelito era alto. Mucho, o eso me lo parecía a mí. Tenía el pelo blanco, muy blanco... Vamos, no era calvo. Llevaba gafas grandes, y vivía con nosotros desde que yo tenía 6 años.

Mi güelito tenía un orinal. Sí, uno de esos viejos de porcelana, creo, que tenía debajo de la cama de su habitación. Cada mañana se lo llevaba al baño, lo limpiaba y lo volvía a colocar en su sitio.

Mi güelito olía a naftalina. Siempre tenía en el armario, para conservar bien la ropa, y cuando olías su armario y lo olías a él, sentías lo mismo. Pero ése era su olor, mezclado con colonia... Que ya ni me acuerdo cuál era.

Mi güelito me enseñó quién era Pinín... Me leía sus tebeos... Los mirábamos... Siempre las mismas historias, siempre los mismos tebeos. Me encantaban. Pinín, con su gaita y su madreña voladora... Un mundo fantástico y muy astuarinu. No hay que olvidarse de sus tíos, Pinón y Telva, que también salían en los tebeos. 


Hace un par de años conseguí un tebeo de Pinín. No era de mi abuelo. Lo conseguí en Asturias. Y me emocionó... Como una vuelta a la infancia. Ah, y también tengo a Pinín, Pinón y Telva en figuritas de barro.

Mi güelito me enseñó a jugar a la brisca. Y hoy todavía lo sigo haciendo.

Mi güelito era "rojo". Yo no sabía lo que era. Ni idea. Ahora sí. Y creo que fue un gran luchador.

Mi güelito se peleaba con la tele. En esa época en que la tele era en blanco y negro. Bueno, y después en color. Saliera quien saliera, discutía con él. Principalmente, políticos. Era un espectáculo verlo.

Mi güelito tenía un "tic", por llamarlo de alguna manera, en las manos que lo he heredado yo. Bueno, a lo mejor de tanto mirarlo lo he acabado copiando, no sé. Sólo sé que cuando lo hago, me acuerdo de él.

Mi güelito nos compraba álbumes de cromos a Nisi y a mí. Simplemente, le pedíamos los que queríamos y nos los traía. Así era. 

Mi güelito siempre tenía caramelos de café en su mesita de noche. Nunca tenía chuches, pero sí esos caramelos que siempre comía. Y que nosotras le pedíamos de tanto en tanto. 

Mi güelito nos mandaba postales cuando estábamos de vacaciones en su tierra. Era un poco paradójico que alguien desde tu casa te mandara una postal. Pero era bonito. 

Mi güelito era cabezón. Mucho. 

Mi güelito adoraba a mi güelita. Cada día hablaba con ella, bueno, a su foto. Le contaba lo que había hecho, cómo estaba, cosas nuestras,... Puede parecer una locura, pero era bonito oírle hablar con ella.

Mi güelito... Podría seguir, y seguir, hasta el infinito... 

Pero, en resumen, este era mi güelito cuando yo lo conocí.

3 comentarios:

  1. Jolín, yo no tengo casi ninguno de los recuerdos que tú sí que tienes, igual era muy pequeña, porque de verdad no recuerdo nada, casi nada. Lo de los caramelos de café sí, eso al menos me suena.

    ResponderEliminar