martes, 27 de enero de 2015

El destierro. Capítulo 2: El retorno.



La dama rebelde estaba contenta, muy contenta. El príncipe calzonazos le había concedido un tercer grado permiso para regresar al Reino durante una semana seguida. ¡Una semana seguida! La dama rebelde no cabía de gozo en sí. Una semana, una semana.


Así que regresó a palacio con el resto de Damas y Caballeros y disfrutó como nunca de esa semana. No le daba el permiso para pasárselo en grande, se lo daba porque la necesitaba. Vamos, porque necesitaba que le acabara los trajes de gala que había comenzado un par de meses antes. Pero no eran trajes de gala normales, no. Eran trajes de gala elaborados para ofrecerlos como presente a un reino vecino, el Reino del Reciclaje.



Como las relaciones entre ambos reinos eran muy buenas, el príncipe calzonazos no quería que se deterioraran, así que sacó durante unos días a la dama rebelde del destierro y se la llevó porque él no sabía elaborar los trajes de gala. Y mucho menos, rematarlos. De hecho, le había pedido también que revisara si estaba bien hecho el traje de gala que había cosido uno de los Caballeros. La Dama rebelde sabía que ese Caballero, concretamente, daba las puntadas demasiado rápidas y no se fijaba mucho, así que suponía que encontraría algún fallo, y así fue.



La Dama rebelde ayudada por la Dama Bichóloga, se dedicó a elaborar sus trajes de gala pendientes. Tuvieron un pequeño problema al principio: ¡Las telas no eran las que habían encargado! Pero ya no había tiempo de encargar más telas, así que tuvieron que hacer un pequeño apaño que, por cierto, quedó muy pero que muy bien. ¡Menos mal que la Dama bichóloga era hábil con la aguja! Y, además, revisaron y arreglaron el traje erróneo de su compañero, cosa que les llevó mucho trabajo, aunque quedaron satisfechas del resultado.

Muchacha cosiendo en un huerto de Edmund Tarbell C. 1891


Fue una semana de mucho trabajo para la Dama rebelde pero se levantaba feliz sabiendo que no tenía que irse al destierro. Ah, y lo mejor de todo vino al final de la semana. A la Dama rebelde se le concedió un permiso vacacional y no tenía que volver al destierro en dos semanas y media. Oh, casi un mes en Palacio. No se lo podía creer.



Quiso aprovechar tanto ese tiempo vacacional, que acabó agotada. Estuvo haciendo cortos viajes a los pueblos vecinos para comprar viandas, pasear por sus calles, visitar a parientes y amigos. No paró casi en Palacio. Únicamente para dormir y, según el día, ni para eso. Disfrutó y se lo pasó en grande.



Pero todo lo bueno se acaba, y tras el permiso vacacional la mandaron de nuevo al destierro. La Dama rebelde estaba tan bien que no quería volver pero, por suerte, la vuelta fue tranquila. Demasiado tranquila, y eso le escama.



Los Caballeros del Destierro no le hicieron mucho caso. Antes de los permisos la llevaban en volandas. La Dama curta prácticamente no le habló, pero es mejor así. Las Princesas y el Rey estaban desaparecidos... También disponían de jornadas vacacionales. Así que volvió y pasó desapercibida (en la medida que pudo).



Así que la Dama rebelde se sintió en parte tranquila, en parte preocupada con esta calma chicha. Pero ya se verá lo que pasa. Mientras, disfruta de esa momentánea paz.


Continuará…

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