Este libro me atrajo por la historia que contaba y, como siempre, por el título y su bonita portada.
El libro cuenta la historia de una niña, Rose, que posee un poder especial: Notar a través del gusto los sentimientos de la persona, o personas, que preparan los alimentos que come. Por lo tanto, esto supone un calvario para ella pero, a su vez, puede llegar a descubrir secretos inconfensables del mundo que le rodea.
Es una historia extraña, no te deja indiferente. Además, cuando empiezas a leer piensas que encontrarás un historia bonita, tierna... Pero te encuentras una historia tan amarga como el pastel de limón que se come la protagonista (y a raíz del cual descubre su poder). La historia no se centra únicamente en el poder de Rose, cosa que me decepcionó a ratos, sino que habla de todo su entorno familiar, de la soledad de todos ellos: su madre, su padre, su hermano... Incluso la pequeña Rose. Por diferentes motivos, se sienten solos y lo vas sintiendo a lo largo de toda la historia.
Es un libro que no te deja un buen sabor de boca. Es un libro que empiezas emocionado y acabas un poco decepcionado, aunque la historia vaya mejorando con el tiempo. El final no me emocionó. Es bastante extraño, como todo el libro en general.
En resumen, no es un libro que me haya gustado especialmente. Decepción, es la palabra. Esperaba otra cosa, una historia contada de otra manera.
En cuanto a la autora, Aimee Bender (Los Ángeles, 1969), no la conocía. Es el primer libro que leo de ella, y no tengo todavía muy claro si le daré una segunda oportunidad. Ya veremos.
Uy, por lo que cuentas, no lo leo.
ResponderEliminar¿Quién sabe? A lo mejor te gusta... Hmmmm... No.
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